En ese mismo terreno, esta comunidad ya tiene plantadas muchas hortalizas, pero a consecuencia de la sequía todo el trabajo de un año se puede echar a perder. Verles tan preocupados por la situación nos ha causado mucha tristeza.
Culturalmente, la sociedad mozambiqueña es machista. Aquí las mujeres son serviciales y por norma general, no toman la iniciativa para cambiar esta situación en la que terminan dependiendo de la figura de un hombre. Una de las labores principales del proyecto es formar a las mujeres en las labores del campo y buscar a aquellas capaces de asumir liderazgo dentro del grupo.
Hay que tener en cuenta, que la mayoría de ellas son analfabetas y la labor implica un cambio de mentalidad importante que llevará mucho tiempo.
Pese a todo, el sentimiento de comunidad es impresionante. A las 10 de la mañana, nos han invitado a un gran 'matabicho'. En este caso, hemos decidido saltarmos a la torera todas las recomendaciones sanitarias. Cómo dices no, cuando alguien que no tiene apenas para comer y ve peligrar toda su cosecha, te ofrece todo lo que tiene.
Entre otras cosas, hemos comido la shima, una pasta sólida a base de harina de maíz y agua (para que os hagáis una idea, es como cemento, pero comestible). La shima parece haber sellado definitivamente nuestros conductos de evacuación, jejeje.
Pero éste no ha sido el plato fuerte, justo después del almuerzo, todas las mujeres se han levantado y vestido con una capulana verde (la falda típica) y han comenzado a cantar y bailar hacia nosotros como señal de bienvenida y gratitud por la visita. Tenéis que saber que no hemos sido capaces de contener las lágrimas. De vuelta en el coche, no teníamos palabras para describir lo que nos habían hecho sentir.
Después de comer en 'Casa do Gaiato', nos han asignado a cada uno una labor. Arantxa ha estado haciendo un tríptico para una fiesta que están preparando. Sara ha ido con un grupo de niños a conocer los viveros, los animales, y a jugar con ellos. Jonathan ha ayudado a recoger y colocar las mesas del comedor para la cena y luego se ha llevado a los chicos a jugar un partido de fútbol. Irene ha estado con los más pequeños ayudándoles con las deberes, pero también ha tenido tiempo para el deporte.
Para estos chicos que ya nos llaman tíos, el fútbol es una pasión, se conocen a la perfección las equipaciones del Madrid y del Barça y algunos apuntan maneras como futuras estrellas del balón.
A la hora de la cena, cada uno nos hemos sentado en una mesa diferente para seguir conociendo a los chicos. ¡Ah! y nos han dado a probar las croquetas de mandioca que fue lo que sembramos el Lunes. (A ver, no penséis que la mandioca crece en un día, ésta pertenece a otra cosecha).
Ha sido un día agotador pero cargado de tantas emociones que siguen haciendo de esta aventura una auténtica pasada.