No hay peor lectura histórica que una simplificación de un lego. Este blog va de experiencias de voluntarios. Experiencias que necesitan una mínima contextualización, que me perdonen los leídos:
Causas. Para entender porqué Camboya hay que comprender una colonización tardía, ligerezas por sumarse al imperialismo y una descolonización sin descolonizarse: hoy sí pero mañana menos, le cambio el nombre y volvemos a empezar. Los líderes camboyanos negociaban en París con directorios colaboracionistas pendientes de otra Guerra.
Consecuencias. Pretensiones nacionalistas. Gobiernos corruptos que derivan en revueltas campesinas –como en Samlaut (Battambang)-. Comunismo (maoísmo), guerra de Vietnam y abandono internacional: la Guerra Civil camboyana fue una atrocidad interna, colateral. Lo sustancial se molía en Vietnam.
Desenlace: Pol Pot y sus jemeres rojos asolan al país. Causan casi dos millones de muertos, fulminan a las elites universitarias y ruralizan el país. Camboya pasa a ser una “utopía socialista agraria basada en los ideales del maoísmo y estalinismo”. Muestra es su pésima red de carreteras y su línea de ferrocarril; construido en el siglo XIX por los franceses atravesaba todo el país desde Shianoukville (en el sur) hasta la frontera con Tailandia (al oeste). Este ferrocarril pasaba por Battambang. Se conserva la estación y restos de trenes entre maleza. La breña crece sola, la selva se zampa a kilómetro por minuto.
¿Qué hacemos aquí?
De lo anterior poco. La misión de reconstruir Camboya, de dar nombres y apellidos en los osarios de las más de 20.000 fosas se tienen que encargar los camboyanos y la ONU. Lo nuestro es prosaico, chanflón, temporal... Venimos a cooperar con Agua de Coco en uno de sus proyectos formativos. Los niños camboyanos se mueven en un tétrico balancín que puede desencadenar en sobreexplotación infantil y prostitución. Si tres seres (Ana, Álvaro e Isma) con sus sonrisas y cámaras, sudados –mucho-, consiguen que tres decenas de niños se pasen el día echando una pachanga, repitiendo palabras en inglés o riéndose por lo bajini en jemer de nuestras caras sirve para algo, bienvenido sea.
Por aclarar: el primer día tocó fútbol, voleibol y practicamos juegos varios -hubo que correr bastante-. También se impartió pintura. Ayer tuvimos clases de inglés –como las que se ven en las fotos de Ana y Álvaro-. Tenemos pendientes trabajos de reciclaje, más inglés, formación al personal de Agua de Coco y crear un banco de contenidos para alimentar la web de la fundación.
En sucesivos posts veréis con más detalle, mejores fotos y vídeos y menos amarillismo nuestro día a día. Este era de revoltijo, de sacudida. Si has llegado hasta aquí, gracias. Aunque lo importante está en la entradilla: el 65% de los camboyanos tiene menos de 30 años.