Esta actividad se lleva a cabo todos los años por un pequeño grupo de voluntarios franceses que también se adentran en las entrañas de Camboya para echar una mano. En esta ocasión, pudimos acompañarles.
Y es que la actividad va mucho más allá de la mera acción de pintar. Para ponernos en situación, Camboya tiene un índice de escolarización bastante alto, hablamos de un 84% de los niños aproximadamente. Pero que con los años, y en gran parte por la necesidad de aportar trabajo en casa, sólo un 37% de los jóvenes llegan a la escuela secundaria. Y aunque son muy conscientes de la importancia de la educación, en cuanto pueden valerse con sus estudios para sus primeros trabajos, apenas hay estudiantes que profundicen en ellos. Y es ahí donde reside el eje de esta actividad, en poner en valor la escuela, en hacer de ella un edificio cuidado, limpio y nuevo. Porque si la propia institución que te educa no le da importancia a la escuela y a lo que representa ¿Qué estudiante va a darle el valor que tiene?
Tras un genocidio que se centró en la ruralización de Camboya e hizo desaparecer prácticamente a toda población con estudios, las generaciones que han heredado el futuro del país han nacido en el campo privados de formación académica. Por ello, la importancia de motivar a los pequeños para que se formen es vital para el desarrollo del país. Y si pintar una escuela les da una razón más para ir a clase, es que es un gran proyecto.
Pero para que no sean sólo nuestros testimonios los que lleguen a vuestros ordenadores, os dejamos aquí un pequeño vídeo que pudimos hacer de aquel día, para que nos cuenten ellos de primera mano cómo se vive el proyecto desde dentro.