Desayunamos la mañana del lunes en el hotel de Pucallpa ansiosos porque llegó el momento de atravesar el Amazonas. ¡Ya no hay vuelta atrás! Llegamos al aeropuerto de Pucallpa para coger, aquí tomar, la avioneta que nos llevaría rumbo a Nopoki, Universidad donde pasaremos la mayor parte de nuestra estancia y donde realizaremos algunos de nuestros talleres con los profesores y alumnos que realizan sus estudios de Magisterio, Empresariales y/o Ingeniería Agropecuaria.
Tras 2 horas y 45 minutos de retraso del vuelo (ya nos advirtieron de que nos tomáramos la cosa con calma), montamos en la avioneta y pusimos rumbo a nuestro destino. Resultó bastante curioso que cuando facturamos nuestras maletas, tan solo podíamos llevar 10 kg de equipaje y teníamos una media de unos 30 kg cada uno porque decidimos llevar libros y otros materiales para los niños de las comunidades. Pero esto no supuso un problema para nuestro business-man, Jorge, que en 10 minutos dejó la cosa arreglada. Eso sí, las maletas que no entraban en la bodega tuvimos que llevarlas en nuestros pies durante casi una hora de vuelo.
Y llegó la hora de lo mejor, de uno de los momentos más esperados de la semana: ¿Cómo es el Amazonas a vista de pájaro?
Nos sentíamos los más privilegiados que el resto de seres humanos del planeta. Laura llegó a confundir las sombras de las nubes con lagos, si el paisaje molaba de por sí mismo, ella lo veía incluso mejor. Jorge, desde el primer momento, quería ir en primera fila para no perder detalle del paisaje y hacerle chascarrillos al piloto. Y Pepe, a las 10 horas de vuelo Madrid-Bogotá ya había perdido su miedo a volar, con estar tranquilo le era suficiente. Sobre el paisaje, a día de hoy no se ha creado un vocabulario capaz de describirlo con palabras, pero seguro que nuestros compañeros de vuelo y supuestos habitantes de Atalaya no opinaban lo mismo: Fueron dormidos desde el despegue al aterrizaje.
Sin más dilación llegamos al Aeropuerto de Atalaya donde nos esperaba nuestro hombre más preciado. Julio nos iba a acompañar durante toda nuestra aventura para darnos las directrices del trabajo de campo y cuidar de que no nos metiéramos en ningún lío. Nos habían hablado maravillas de él en España, pero se quedaron muy cortos. Y Por fin…llegamos a Nopoki.
Habíamos visto videos, lo habíamos buscado en google Earth, habíamos preguntado a personas, pero hasta que no estás aquí, no te haces a la idea de la que será tu casa durante 21 días. Una universidad en mitad de la Selva, rodeada de ese color verde salvaje, y para muchos animales su propio hogar, y nosotros sus invitados.
Lo primero de todo fue alojarnos en nuestras habitaciones, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas, ¡no hay problema!, tenemos que compartir habitación, ¡perfecto!, el baño para los 4, ¡esta bien!, la casa a medio construir, ¡bueno…ya la acabaran!, ¿¿¿pero sin mosqueteras??? Fue aquí donde vimos que todo iba en serio, y que la selva tiene sus inconvenientes. Pero enseguida super Julio, en cuanto vio nuestras caras supo cómo actuar…al día siguiente las teníamos puestas en nuestra habitación. Y esta situación fue la primera que nos enseñó a apreciar los pequeños detalles, como una mosquetera puede convertirse en un producto de lujo.
El primer día fue de contacto, nos reunimos con el director de Nopoki, con el Padre César, encargado de todo el campus, conocimos las instalaciones, a los primeros estudiantes… en definitiva, nos hicieron sentir parte de este proyecto tan humano.
A la hora de comer, nos sentamos en la “mesa de los mayores” todo lo que se cocina en NOPOKI, se cultiva en NOPOKI, os podéis imaginar la calidez de la comida…sabrosa sabrosa y la fruta..mmmm…nos tiene enamorados.
En el albergue conocimos a Paula, una andaluza de 23 años muy aventurera, quien se puso su maleta al hombro y desde Perú consiguió un Beca para venir a enseñar a NOPOKI, nos contó que no era su primer voluntariado, que había estado varios años en la selva Colombiana…y es que en estos lugares, solo se conoce a gente interesante. Así que familia, os presentamos a Paula, dejamos de ser 4 para ser 5.
Por la tarde nos reunimos con más profesores para poner en común el material, los talleres y todos las actividades que queremos impartir en la universidad. Ellos son muy abiertos a que les propongamos ideas y todas les parecen genial, una de las mejores cosas en el campus, es la actitud de la gente en querer aprender y conocer cosas nuevas, aunque ¡ojo! aquí las cosas van con calma.
Una vez que pusimos todo en común, nos llamo Julio –Chicos preparaos, porque mañana por la mañana iremos a ATALAYA a visitar dos emisoras de radio y por la tarde nos vamos a dos comunidades cerca de NOPOKI (Gazacocha e Ipameankiari), a! y por la noche… mi mujer celebra su cumpleaños, estáis invitados a cenar, PEPE..tu tocabas la guitarra, ¿no? ¡Tráetela!. A las 6 de la mañana todos preparados, va a ser un día muy divertido.
Shhhhh, Buenas noches, nosotros nos vamos a la cama, mañana nos espera un día inolvidable…ESTO ES LA SELVA!