Hasta pronto Senegal

Escribo este post en el avión de regreso a Madrid, en el despegue hemos visto por última vez e iluminado el colosal monumento al renacimiento africano. Antes de ir al aeropuerto hemos pasado a verlo de cerca. A pesar de que su construcción no ha sido un ejemplo de gestión -el presidente que lo encargó se lleva un 35% de cada entrada- la escultura tiene una fuerza increíble, como la de este continente.

Antes de salir de Dakar ya nos despedimos de nuestro lugar de trabajo durante nueve días. El día que dejamos Ourossogui fue muy triste, amaneció lloviendo y era inevitable hacer una comparación poética y cursi si queréis. "Ourossogui llora porque nos vamos" le dije a Mouhamed cuando nos recogió en el hotel y unas horas más tarde yo lloré al despedirnos de él cuando le dejamos en su casa a mitad de camino hacia Dakar.

Sin embargo, dejar Dakar no ha sido tan difícil, es una ciudad más inhóspita, poco amable y agobiante para los turistas por la insistencia casi desesperada de los comerciantes para que les compraras algo. Como comentaba Paola Ferrara, de Amref Italia, la pobreza en las zonas rurales es más digna y en las ciudades es más desesperada.

Lo que definitivamente me va a costar dejar es este blog que he escrito algunos días a las 02.00h y otros despertándome a las 6.30h para aprovechar a enviar texto y fotos mientras tuviera wifi.

Así que aunque este post parezca una despedida, me vais a permitir que lo deje poco a poco como quien deja un vicio malo para su salud porque aún tengo muchas cosas que contar y muchas ideas rondando en mi cabeza.