
El narrador de “Cáscara de nuez” es un feto: un ser que está a punto de nacer y que explica su mundo a través de las sensaciones que percibe desde su piscina de líquido amniótico, escuchando las conversaciones de su madre, la música que ella escucha, las series que ella ve, emborrachándose con ella, notando como su corazón se acelera, hasta el punto de saber lo que siente, hasta el punto de sentirlo él también, totalmente conectados.
Y lo que escucha es que su madre planea asesinar a su padre, y que el amante de su madre es su tío, y que ambos han previsto un torpe asesinato y un botín económico después. Lo que parece que es imposible que se mantenga más allá de las primeras páginas funciona cada vez mejor, y el juego que nos propone Ian McEwan se hace coherente hasta el punto de que los códigos que maneja, que ese feto entienda las cosas como un adulto, que interprete la realidad cómo lo hace e incluso que la narración sea en primera persona, funciona, y hace incluso la novela más emocionante, sorprendente, más divertida, con un humor muy negro y con un ritmo extraordinario.
Hay humor desde dentro, cuando este feto nos describe como vive dentro de su madre, las posturas, las incomodidades, las decisiones, y sobre todo cuando su madre practica sexo con su tío y él se ve agredido a veces hasta físicamente. Pero hay humor también fuera de la tripa, en la forma en la que se cuenta lo que ocurre en la casa, cuando la pareja de amantes prepara el asesinato y con las magníficas conversaciones “privadas” que tienen pensando que nadie les escucha, o cuando describe la vida más íntima de los futuros asesinos.
Y a la vez, hay un análisis de los personajes que pretende ser objetivo, limpio, por parte del feto, y que a veces es más profunda, más terriblemente precisa que la que haría otro. El punto de vista del feto disecciona a los personajes y es capaz de sentir piedad por ellos, amor, y de ver también la maldad más pura. Hay un análisis del matrimonio, de la pareja, de la paternidad, de la memoria, de los valores actuales que a veces hiela la sonrisa.
“Cuando el amor muere y un matrimonio está en ruinas, la primera víctima es la memoria honesta, el recuerdo amable e imparcial del pasado. Demasiado inoportuno, demasiado perjudicial para el presente. Es el espectro de la antigua felicidad en el festín de la desolación y el fracaso.”
“Cáscara de nuez” es una novela negra, puede ser un thriller, puede ser hasta una novela de amor, y es una novela de humor. Porque no solo nos propone una trama ingeniosa y divertida, solucionada con maestría, sino que nos pone delante un espejo donde alguien que está dentro de nosotros nos describe, nos juzga a veces, nos señala nuestras miserias, nuestros fallos, como sociedad y como personas.
Además, es una novela que crece, que va a más, que nos hace olvidarnos de los artificios y nos sumerge en la historia. Me ha parecido una magnífica lectura. Siempre es una buena noticia una novela de Ian McEwan.