Tras una formación de Conducción Segura para jóvenes de entre 18 y 24 años, por iniciativa de la Junta de Castilla y León, de vuelta en el hotel y disponiéndonos a cenar, escuchamos en la televisión a una reportera, que anunciaba el tiempo previsto para los próximos días; “Mañana se esperan nevadas a cualquier cota en la práctica totalidad del territorio nacional, por lo que les rogamos que extremen la precaución. Si van a circular por carreteras nevadas ¡por el amor de dios no toquen el freno! Y ya saben, las presiones de los neumáticos al máximo”, dijo la reportera bajo una buena nevada.
Uno de mis compañeros saltó de su silla y salió atropelladamente del salón. ¿Qué te pasa? ¿Dónde vas? “A llamar a mi madre”, contestó sin detenerse, “no vaya a ser que este viendo la tele y le haga caso”.
Éste es un ejemplo real de las verdades a medias y de las mentiras que rodean a determinados consejos de conducción que, muchas veces, basándose en realidades parciales llegan a conclusiones como las relatadas. ¿Qué es eso de no tocar el freno? ¿Y cómo paro o bajo la velocidad? ¿Sacando el pie como los “picapiedra”? Algunos estaréis pensando: reduciendo con el freno motor.
Como si la escasa retención de bajar una o dos marchas representase una drástica bajada de velocidad. Los automóviles matriculados a partir de 2004 están obligados a llevar ABS (Antibloqueo de Ruedas) con lo que la inmensa mayoría de los que me estéis leyendo llevaréis ABS en vuestro coche. En ese caso, en seco, en agua, en nieve y en hielo, en curva o en recta, en una situación de emergencia se frena a fondo con toda la presión que seamos capaces de ejercer sobre el pedal, porque el sistema electrónico se encargará de regular la frenada para evitar que un bloqueo de ruedas nos pueda desestabilizar el coche. ¿No me creéis? Me alegro, porque no hay que creer nada de lo que nos cuentan sobre conducción y, sólo cuando hemos comprobado que es cierto, incorporarlo a nuestras destrezas.
Os aseguro que esa es la manera de llevar a cabo una frenada de emergencia y de obtener la distancia más corta. Haced la prueba si tenéis la oportunidad en una zona despejada, sin tráfico y a baja velocidad 30 o 40 km/h, ya veréis como tengo razón.
El cambio, sobre todo si nuestro coche es bastante nuevo, apenas proporciona retención, actúa sobre dos ruedas (el freno sobre cuatro), no nos permite dosificar la intensidad y no es la manera de parar cuando necesitamos una reducción drástica de velocidad.Las presiones de los neumáticos deben estar adaptadas a las recomendadas por el fabricante para la carga que lleve el coche.
Esa es la manera de que el neumático trabaje de la manera más eficaz posible y nos proporcione la máxima adherencia en cada caso. Ni al máximo, ni por debajo de lo recomendado, ya que en ambos casos lo que hacemos es modificar la “huella” del neumático, deformar la escultura del dibujo y cambiar la firmeza del flanco, nada de lo cual es bueno para la adherencia, ni en seco, ni en agua, ni en nieve.
Conozcamos nuestro coche, ocupemos algún tiempo en saber cómo funcionan los sistemas de seguridad activa, como poco a través de internet, de esa manera haremos un buen uso de ellos, les sacaremos partido y no haremos estupideces como dar “pisotoncitos” al freno cuando nieva para no bloquear las ruedas, porque cuando lo hacemos nosotros, con suerte, haremos dos pulsaciones al pedal por segundo en las cuatro ruedas, mientras el ABS lo hace cinco veces por segundo en cada rueda.
Así que, si vais a circular estos días por una zona nevada y llevais ABS y ESP (control de estabilidad), en caso de emergencia, “Por el amor de Dios, pisad el freno y el embrague a fondo y, ya sabéis, las presiones, las que recomiende el fabricante y adaptadas a la carga que lleve el coche”.
¡Felices Fiestas y Feliz Año Nuevo!