La nueva normativa del comercio minorista ha permitido este año a los establecimientos adelantar las Rebajas. No ha sido necesario esperar a los Reyes para actualizar el armario y Baltasar ha podido ahorrarse unos euros gracias a los descuentos que desde hace días plagan los escaparates.
El pequeño empresario es el que más lo ha sufrido. El periodo de compras navideñas es en tiempos de crisis una bocanada de aire fresco para ellos; la única época en la que las calles comerciales están repletas de gente y la tradición de los regalos dispara el gasto. Muchos de ellos no han podido competir con las grandes cadenas, que desde el día 1 de enero visten a sus maniquís de celofán y exhiben carteles con hasta el 50% de descuento.
Me comentaba ayer María Dolores, propietaria de una pequeña tienda de bisutería y complementos del centro de Santander, que la gente entra, pregunta por las Rebajas, y cuando observa que todo mantiene su precio habitual, da media vuelta y abandona el local.
El consumidor es otro gran perjudicado en muchos aspectos. Además de volverse loco localizando los negocios que sí han adelantado el periodo de descuentos, este año la confusión hace peligrar una parte importante de sus derechos.
Hasta ahora, la normativa obligaba a mantener las Rebajas durante al menos una semana; este enero, el empresario puede decidir que en su establecimiento duren menos de un día. Hasta ahora, era necesario que los productos con descuento fueran los mismos que se vendían un mes antes a un precio superior; desde este enero será difícil comprobar cuándo entró el artículo en la tienda, pues no existe una fecha de inicio oficial. Hasta ahora, la calidad de las prendas no podía ser inferior en Rebajas; este enero, la mezcla de artículos rebajados con las taras y otros tipos de ofertas hace difícil controlarlo.
En resumen, mientras la nueva normativa no establezca pautas estrictas de control en Rebajas, el consumidor permanecerá indefenso. Pero la incertidumbre no nos debe hacer olvidar que, compremos cuando compremos, nuestros derechos permanecen inalterados. Las formas de pago admitidas y los métodos de devolución y cambio deberán ser los mismos que el resto del año, a no ser que el vendedor especifique lo contrario en un cartel perfectamente visible. Tampoco puede variar la garantía del producto y es obligatorio que todos los establecimientos dispongan de hojas de reclamaciones, como en cualquier otra época del año.