Un concierto que arrancó con la puesta de sol y un Neil Young en solitario, sin hacer mucho ruido y tocando con guitarra y armónica preciosidades como ‘After The Gold Rush’, ‘Heart Of Gold’, ‘The Needle and The Damage Done’. Habían colocado plantas en el escenario y Neil acariciaba los corazones de los asistentes mientras interpretaba al órgano ‘Mother Earth’.
Con el sol ya puesto aparecieron en el escenario The Promise Of The Real, el grupo de rock que lidera Lukas Nelson, hijo de Willie Nelson. Sonaban clásicos de Neil Young con pegadizas melodías como ‘Out On The Weekend’, ‘Human Highway’ o ‘Winterlong’.
Pero lo mejor llegó con la luna llena en lo alto. Neil Young y su banda subieron los decibelios, se pusieron rockeros y empezaron a hacer bailar sus guitarras en una increíble versión de más de 20 minutos de ‘Down By The River’ que fue de lo mejor que he visto nunca sobre un escenario. Después llegarían 15 minutos de ‘Like a Hurricane’ y casi 10 de ‘Rockin’ In The Free World’. Se notaba la intensidad de los músicos, los duelos de guitarra eran constantes y el concierto parecía una frenética jam sesión a la que el público asistíamos perplejos.

Cada vez que tras minutos de rock volvían al estribillo en ‘Down By The River’ el público se volvía loco, cada vez que parecía que ‘Rockin In The Free World’ iba a terminar y no lo hacía la gente flipaba. Sin duda Neil Young está muy en forma y sabe rodearse bien de gente con ganas de comerse el escenario (más en forma que The Who o Paul McCartney a los que he visto recientemente).
Fue de largo el mejor concierto del festival y supuso el comienzo de una larga noche llena de fiesta que subió en intensidad con los conciertos de Biffy Clyro y Two Door Cinema Club. Ahora no puedo dejar de escuchar en spotify canciones de Neil Young y mi top 100 lo lidera Biffy Clyro con sus temazos ‘Mountains’ y ‘Many Of Horro’.